Dr. te paso un artículo sobre moquillo
Gumaro Tavizón
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Moquillo
Sentite Pasteur Tercera Entrega FUENTE PRINCIPAL
"Estado actual del distemper canino", artículo de M.J.G. Appel y B.A.
Summers, Universidad de Cornell. Traducido por M.G. Echevería, de la
Facultad de Veterinaria de La Plata. Disponible en la International
Veterinary Information Service (www.ivis.org).
Introducción
Durante la primera mitad del siglo XX, el moquillo canino fue la enfermedad fatal en perros más común en el Mundo. Las vacunas inactivadas del virus disponibles hasta los años 40 no alcanzaron para controlar la enfermedad. Pero a partir de los 60, cuando aparecieron las vacunas de virus vivo modificado, el distemper quedó bajo control. En los últimos años, por fallas en la vacunación o inmunización insuficiente, el problema recobró importancia a nivel mundial.
Etiología
Como el sarampión, el virus de moquillo canino (VMC) pertenece a la categoría morbilivirus de la familia paramixoviridae. Son virus con envoltura y una cadena simple de ARN de polaridad negativa y ARN
polimeriza. La lipoproteína de la envoltura es fácilmente destruida por los solventes lipídicos, y así el virus pierde su capacidad efectiva. Posee además proteínas H y F, que inducen la producción de anticuerpos neutralizantes. A pesar de existir algunas diferencias antigénicas entre cepas de VMC, se acepta generalmente que existe un solo serotipo. Pero hay diferencias considerables respecto de la patogenicidad de las diferentes cepas aisladas. Cepas del VMC con diferentes propiedades pueden tener la misma reactividad frente al análisis de anticuerpos monoclonales. Sólo se vieron pequeñas diferencias en las secuencias de su ARN.
El VMC virulento replica fácilmente en linfocitos caninos activados y en macrófagos caninos in vitro, pero sólo después de la adaptación en monocapas de células epiteliales o fibroblásticas. Por el contrario, el virus atenuado de las vacunas se replica tanto en linfocitos/macrófagos como en células de cultivo epiteliales o fibroblásticas in vitro.
Epizootiología
En todo el Mundo, el moquillo es enzoótico y tiene una gran cantidad de huéspedes (zorro, coyote, lobo,
comadreja, hurón, visón, marta, nutria, coatí, mapache, entre otros) que pueden morir por infección de VMC. Recientemente se encontró que los grandes felinos también son susceptibles. Todos los perros, de cualquier edad, son susceptibles, pero aún más los cachorros cuando pierden los anticuerpos maternos. Los caninos infectados en forma aguda eliminan virus a través de todas las secreciones corporales, independientemente de la presencia o no de signos clínicos. La ruta más importante de contagio es a través de aerosoles de secreciones respiratorias. La eliminación del virus comienza aproximadamente a la semana de la infección, y, por ser inestable, el virus se deteriora rápidamente. Los perros que se recuperan después de la infección del VMC son inmunes de por vida. La infección transplacentaria puede ocurrir.
Patogénesis
La inhalación del virus produce la infección de macrófagos del tracto respiratorio. El virus se disemina primero a los nódulos linfáticos locales, y en 7 días alcanza todos los tejidos linfáticos. Entre 3 y 6 días post infección (PI) se eleva la temperatura, lo que coincide con la aparición de interferón circulante. Durante la segunda y tercera semana, se inicia una fuerte respuesta inmune humoral y celular, y los perros pueden recuperarse sin signos clínicos posteriores, o bien desarrollan una débil respuesta inmune y presentan enfermedad aguda o subaguda. En perros que fallan en recuperarse temprano, los linfocitos y macrófagos infectados transportan el virus a la superficie de los epitelios de los tractos digestivo, respiratorio y urogenital, y al sistema nervioso central. Los signos clínicos aparecen después de esta infección local. Las cepas virales que inducen la infección aguda fatal afectan predominantemente la materia gris, y provocan destrucción neuronal. A las tres semanas post infección los perros o murieron o se recuperaron totalmente. Las cepas virales originales que causan una enfermedad más suave afectan la sustancia blanca del sistema nervioso central, causando desmielinización. La recuperación o muerte puede demorar dos o tres meses. Es posible la presencia de signos nerviosos previos, sin otro síntoma de enfermedad generalizada. Después de una aparición retardada de RI celular y humoral, el virus puede desaparecer de los tejidos linfáticos y epitelios, pero puede persistir en el sistema nervioso central, ojos y almohadilla plantar.
Signos clínicos
Existe gran variación en la duración y severidad de la enfermedad clínica. Los signos pueden ser desde
invisibles hasta enfermedad severa, con o sin signos nerviosos, con 50% de mortalidad. El primer aumento de la
temperatura (a los 3 a 6 días) puede pasar desapercibido. El segundo pico (varios días después, e intermitente desde entonces en adelante) está acompañado por una secreción serosa (después mucopurulenta) nasal y ocular, depresión y anorexia. La linfopenia aparece siempre durante la infección temprana. Los signos respiratorios o gastrointestinales pueden aparecer luego, a veces aumentados por la infección bacteriana secundaria. Sin embargo, aproximadamente la mitad de los perros infectados desarrollan enfermedad subclínica o muy leve.
Algunos perros a veces desarrollan signos nerviosos después de la enfermedad sistémica. Según la cepa viral, los signos pueden relacionarse con la enfermedad aguda de la materia gris o la subaguda de la sustancia blanca. Ataques y mioclonía con hiperestesia y depresión predominan en la primera; incoordinación, ataxia, paresia, parálisis y temblores en la segunda. Los signos meníngeos de hiperestesia y rigidez cervical pueden aparecer en ambas.
La neuritis óptica y lesiones de retina son frecuentes. Algunas cepas producen hiperqueratosis de la almohadilla plantar y de la nariz. Es común observar en perros en crecimiento hipoplasia del esmalte dental. La encefalitis post vacunal (EPV) usualmente provoca signos nerviosos, como cambios en el comportamiento, ataques y ceguera, luego de una o dos semanas posteriores a la vacunación, con alta mortalidad. Existe mayor riesgo con vacunas que contienen cepa homologa. (Tilley, pag. 899)
Respuesta inmune
Durante la primera semana de infección, los perros siempre desarrollan linfopenia y están inmunodeprimidos. El efecto más notable es la disminución de las células T y B, y la necrosis de los tejidos linfáticos. Los animales que se recuperan rápido con signos clínicos mínimos desarrollan una fuerte respuesta celular y humoral. Los anticuerpos contra las proteínas del core (NP y P) pueden determinarse por Elisa o precipitación a los 6-8 días. Los anticuerpos contra las proteínas de la cápsula (H y F) aparecen a los 10 y 20 días. Estos anticuerpos neutralizantes persisten durante años. La IgM específica determinada por Elisa aparece a los 6-8 días post infección, hasta tres meses, según la cepa viral y la severidad de la infección. La inmunidad medida por células representada por linfocitos T citotóxico circulantes aparece a los 10-14 días, y alcanza su pico a los 14-28 días. Disminuyen gradualmente y desaparecen a las 6-10 semanas. Los perros con enfermedad aguda o subaguda desarrollan una muy pobre o nula respuesta inmune neutralizante humoral y celular, o bien aparece tardíamente.
Pero pueden aparecer anticuerpos contra NP y P. Los perros con infección crónica del sistema nervioso central pueden desarrollar una fuerte respuesta en forma tardía. El líquido cefalorraquídeo de perros recuperados rápidamente no suele poseer anticuerpos ni interferón. Los perros que mueren después de una infección aguda del sistema nervioso central tienen interferón en el líquido cefalorraquídeo, pero no anticuerpos neutralizantes. Los que desarrollan enfermedad subaguda o crónica con signos nerviosos tienen interferón y también pueden contar con anticuerpos. Las concentraciones de IgM e IgG pueden ser elevadas.
Tratamiento
No existen drogas antivirales. Se indica terapia antibiótica por la infección bacteriana secundaria, especialmente del tracto respiratorio y el digestivo. Fluidoterapia y administración de electrolitos son pasos claves, porque los pacientes suelen estar deshidratados. El tratamiento de perros con signos neurológicos no es satisfactorio. Los sedantes y anticonvulsivos pueden mejorar los signos clínicos pero no curan. Sin embargo los perros con signos nerviosos ocasionalmente se recuperan, y la mioclonía y neuritis óptica avanzan con el tiempo. Si los signos clínicos son progresivos y el perro está en decúbito permanente, se aconseja la eutanasia.
Profilaxis y control
La vacunación es la única forma efectiva de control del moquillo. La inmunización con virus vivo modificado, y en la actualidad además con la variedad recombinante, brindan una cobertura duradera y es lo que ha permitido tener al distemper bajo control en los últimos años.
Diagnóstico
Hematología: En casos agudos, linfopenia, trombocitopenia, y los monocitos pueden estar aumentados
Inmunocitoquímica: En agudos, puede hallarse antígenos virales o cuerpos de inclusión en células blancas,
improntas vaginales o conjuntivales, células de lavado bronquial, sedimentos urinarios o líquido cefalorraquídeo. Las partículas virales fueron observadas en materia fecal por microscopía electrónica. En subagudos o crónicos, estas pruebas pueden resultar negativas, aunque no se descarta la presencia del virus.
Aislamiento viral: El virus puede ser aislado de las mismas muestras usadas para inmunofluorescencia. Pero en
general el aislamiento no se realiza en los laboratorios en forma rutinaria.
PCR: Permite detectar ácido nucléico y puede resultar positiva aún cuando el aislamiento o la inmunocitoquímica no hayan detectado el virus. Falsos positivos 1 a 2 semanas luego de la vacunación (ver recuadro).
Análisis de líquido cefalorraquídeo: Es habitual que los perros con compromiso nervioso tengan mayor
concentración de proteínas y células mononucleares en el LCR. También es posible hallar antígenos virales en casos agudos de encefalitis. Esto último es patognomónico en perros con la barrera hematoencefálica intacta, pero su ausencia no excluye el VMC. Mientras exista el virus en el SNC, se puede encontrar el interferón en LCR. No hay anticuerpos en LCR después de la vacunación.
Serología: La detección de anticuerpos neutralizantes, precipitantes o citotóxicos no alcanza para el diagnóstico. Perros infectados en forma aguda pueden morir sin la presencia de esos anticuerpos, mientras que los subagudos o crónicos pueden tener niveles de anticuerpos comparables con los perros vacunados.
Prueba de Elisa para la detección de IgM específica contra el VMC: Es útil, ya que la IgM persiste por cinco
semanas a tres meses. En perros vacunados, la IgM permanece por unas tres semanas.
Efecto antivírico de la azatioprina
En el volumen Nº 21 de la "Revista Clinica Veterinaria de Pequeños Animales", el Dr. Joan Cunill Aixelá, de Barcelona, escribió un artículo sobre el "efecto antivírico de la azatioprina" en casos de moquillo canino. A continuación, un resumen de ese trabajo:
La azatioprina es un análogo de las bases purínicas de los ácidos nucleicos de los cromosomas. Llamamos análogos a aquellos derivados que no se presentan naturalmente y cuya estructura química global es similar al compuesto biológico pero difiere en detalles. En consecuencia, un análogo se utiliza en el proceso de síntesis biológica
(como si fuera inadvertidamente) pero el producto puede tener propiedades alteradas e incluso ser biológicamente inactivo. El problema radica en que los análogos pueden ser también incorporados en los genes de las células del huésped produciendo efectos secundarios colaterales, aunque el virus se ve mucho más afectado porque incorpora más análogos. Además, la azatioprina actúa en los linfocitos como células blanco, lo cual se valoró positivamente pues la replicación vírica del CDV se produce en los linfocitos en las primeras fases de la
infección. En humana la azatioprina se utiliza como medicamento inmunosupresor en pacientes que han sido sometidos a un trasplante, por su acción inhibitoria sobre los linfocitos activados, así como en veterinaria en procesos autoinmunes, como lupus eritematoso sistémico.
La dosis estandar se estableció en 1 mg./kg./día, durante dos semanas. La mejoría clínica ya se hizo patente desde los primeros casos (50 contabilizados en el estudio), remitiendo la temperatura promedio de 40ºC a 38,5ºC en 24 a 48 horas, y de la apatía y anorexia inicial mejoraron rápidamente en su estado anímico y empezaron a comer dentro de ese plazo.
Los cuadros digestivos remitieron en un plazo de 48-72 horas en su mayoría, y el único problema grave secundario fueron los cuadros digestivos con enterotoxemia. Los procesos respiratorios evolucionaron todos favorablemente, al igual que los casos nerviosos subagudos de encefalitis y con síntomas de mioclonias. Y en el caso de afectación nerviosa grave con cuadros de parálisis parciales o tetraplejias, el tratamiento se alargó durante dos meses, dando también tratamiento soporte con complejo vitamínico y corticoides. Aunque la mejoría fue evidente, en los casos más graves quedaron secuelas como cierta incoordinación en los movimientos y espasticidad en los músculos.
Después de más de dos años utilizando la azatioprina en todos los casos de moquillo, hubo más de 90% de
curaciones.