Bueno Amigos:
Recién me siento en la compu.
Estuve viendo este tema de la eutanasia. Concuerdo con Julio y otros colegas que opinan que es importante la "calidad de vida" de nuestro paciente.
Creo, siempre lo creí así, que para muchos de nosotros, la muerte de nuestra mascota es nuestro "primer duelo". Es posible que lo recordemos por el resto de nuestra vida y posiblemente nos condicione para como encarar nuestra actitud frente a la muerte.
Claro que al transitar esta vida nos encontrarémos con inumerables duelos, pero en general, cuando somos niños es mas frecuente que el "primer duelo" sea la muerte de nuestra mascota, por una sencilla razón cronológica y vital, viven menos que nosotros.
No voy a ponerme a discutir la eutanasia, creo que es necesaria, bajo determinadas circunstancias, incluso en el ser humano. "No se preocupen por hacerme cambiar de idea, a esta altura de mi vida no lo voy a hacer"
Siempre les digo a mis alumnos que los veterinarios somos como el "Agente 007", tenemos lisencia para matar.
Lo concreto, lo que hay que evaluar, en lo que hay que estar seguros es: ¡¡¡¡Cuándo y por qué!!!!.
Esto daría para llenar varias páginas.
Solamente trato de recordarles siempre a los estudiantes que:
No importa que éllos no sientan atracción por determinado tipo de animales (gatos, perros, conejos, etc.), si ese animal es un animal de compañía, una mascota, el y su dueño "se aman".
Utilizo apropósito la palabra amor, porque no encuentro otra forma de explicar ese sentimiento.
Ese solo hecho, debe ser suficiente para entender que la ruptura de ese vínculo va a ser muy traumática, en este caso para el dueño de la mascota, y que la eutanasia debe ser indicada solamente si es estríctamente necesaria. La impericia y la ignorancia del profesional no debe ser el motivo de la indicación de la eutanasia.
Les dejo unas líneas que escribí cuando murió mi gata Malvina, que no fue mi primer duelo, sino uno de los tantos.
Un Abrazo
Tommy
Â
Feliz de aquel que haya conocido el amor de un animal, porque habrá podido ver a través de los ojos de una pequeña criatura, todo lo bueno que hay en nuestra tierra.
Â
Para Chispa y Malvina,
Simplemente ¡Gracias!
Â
Saint-Exupéry (1900-1944), el escritor y aviador francés, hace conversar a su âPrincipitoâ, con un zorro. Cuándo el pequeño le pregunta: ¿Qué significa domesticar? El animal le responde: â...Para mi no eres todavía mas que un muchachito, semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tu tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro, semejante a cien mil zorros. Pero si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundoâ.
Me he preguntado muchas veces si es normal sentir amor por un animal. Quise entonces comprender qué es ese sentimiento y si puede calificarse como amor. No es el amor pasional que se siente por la mujer querida, ni el amor filial que se tiene por los padres, ni el amor profundo que se tiene por un hijo, ni el amor fraterno que se siente por un hermano o un amigo. Es un amor diferente. Creo que soy un individuo afortunado, yo he sentido esta clase de amor dos veces en mi vida y hay personas que nunca lo han vivido, quizás no tengan la capacidad de hacerlo. Más feliz me siento porque esos dos seres que he amado me enseñaron muchas cosas, cada uno en momento diferente de mi vida y cada cual a su manera. Me han marcado con su presencia, me han mostrado un camino,  me han indicado cuán tenue es la puerta que separa la naturaleza humana del reino animal, permitiéndome entrar en esa dimensión a la cual no accede cualquier  uno.
Cuando era un niño tuve el placer de conocer a Chispa, una pequeña perra Foxterrier que creció conmigo, me amó profundamente y me acompañó hasta que me gradué de Veterinario. No pude estar el día de su muerte, pero la lloré y la lloro todavía cuando la recuerdo. Muchos años despues conocí a Malvina, una dulce gata Siamesa que se crió con mis hijos y me enseñó la manera diferente que tienen los gatos de expresar su cariño. Malvina fue mi compañera de sillón, la silenciosa observadora de mis largas horas de estudio, la amable compañera de las siestas del domingo y una formidable jugadora de escondidas. Ella murió en mis brazos.
Pero esos pocos momentos de felicidad que nos dan, ¿alcanzan para generar un sentimiento tan profundo como el amor?. Qué es el amor si no la tremenda necesidad de estar con la persona amada, de sentir que en su ausencia nada es lo mismo, que cada cosa nueva que se vive sin la presencia de ese otro ser no tiene el mismo sabor. Alguien podrá decir que si un ser humano tiene ese sentimiento hacia un animal es enfermizo, que fácilmente se reemplaza uno por otro, que lo mejor para olvidar un perro es tener otro, y si se ha muerto tu gato procura otro que da igual. Es posible que puedas reemplazar un animal por otro, hasta es muy fácil que puedas querer a este tanto como quisiste a aquel, pero es imposible que puedas modificar lo que sentiste y sientes por uno u otro.
Chispa y Malvina no se conocieron, pero una y otra pasaron por mi vida dejándome el más dulce de los recuerdos y lo que es más hermoso, gracias a Chispa pude enseñarle a mis hijos a sentir por Malvina lo que yo siento.
Ahora entiendo el porqué de sus breves existencias, el porqué de sus pasos por la vida. Cuando mis hijos tengan los suyos, seguirán existiendo âChispasâ y âMalvinasâ que les enseñen el amor hacia los animales y ellos también podrán atravesar esa puerta prohibida para algunos y caminar felices por la dimensión de un âamor diferenteâ.  Â
  Â
                                                                                      J  T  W
Río Cuarto, Junio de 1998