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PRÓLOGO





La terapéutica de los síndromes simpáticos es tema apa¬sionante por lo intrincado de la fisiología, los interrogan¬tes de la clínica y el estado de espíritu de los pacientes. Particularmente peligrosa es la terapéutica quirúrgica, capaz de éxitos rotundos, pero también de desencadenar complejos tanto más graves que la enfermedad primaria; estados en los cuales, con un mínimo de expresión objeti¬va, los pacientes están 'muy disminuidos en su capacidad.
Grandes nombres de la cirugía dedicaron o dedican sus afanes a las cuestiones del gran simpático: Jaboulay, Jon¬nesco, Sellheim, Läwen, Kappis, Kulenkampff, Berg¬mann, Mandl, Naegeli, Leriche y nuestro J. Díez. A ellos hay que agregar el de Albanese, que después de intensas investigaciones anatómicas, compulsa bibliográfica y ob¬servación clínica, publicó su libro sobre pancreatitis aguda, donde, como en todo lo referente a simpático, podrá dis¬cutirse talo cual tópico, pero no desconocer los éxitos te¬rapéuticos.
Decía Paracelso que la reputación de un médico son los .enfermos curados. La excepcional actividad profesional de Albanese le permitió aplicar su manera de ver a nume¬rosos casos de pancreatitis, obteniendo y haciendo conocer resultados tan buenos, que no se explica que todavía haya cirujanos indecisos entre el tratamiento no operatorio y el operatorio, o lo que es peor, que persistan en este último.

Los bloqueos del simpático han sido ampliamente apli¬cados por Albanese, sus colaboradores e imitadores en to¬das las enfermedades o síndromes donde esta terapéutica es universalmente aceptada, obteniéndose los mismos bue¬nos resultados que en otros ambientes. También se los apli¬có y aplican en enfermedades y síndromes donde el éxito suele ser esquivo, y aún en otros, como el ozena, donde sólo los usan los vanguardistas.


Los bloqueos del simpático pueden evitar operaciones serias, siendo uno de los más genuinos ejemplos la pan¬creatitis aguda, donde aplicados debidamente dan el cien¬to por ciento de buenos resultados, mientras que la opera¬ción a menudo mata o deja graves secuelas.
No es uno de los menores méritos de Albanese haber enseñado, insistido y obtenido la comprensión de que el bloqueo no es una anestesia -como lo esgrimen los de-i tractores del método y que la aplicación debe ser anatómicamente precisa, repetida, y, en abdomen, casi siempre bilateral.
Es evidente que para hablar de resultados de los bloqueos del simpático es necesario haber bloqueado, efecti¬vamente el simpático. Alton Ochsner, en su reciente visita a nuestro Servicio, nos dio prueba de ello al manifestar que en la clínica de su dirección, el bloqueo del simpático lumbar a fin de estar seguros de bloquearlo se ejecuta con cuatro punciones, una a nivel de cada apófisis trans¬versa.
Las técnicas de Albanese, que es anatomista, muy bien estudiadas en el cadáver, fueron ya empleadas miles de veces por él, sus compañeros de tareas, ayudantes inme¬diatos y los numerosos médicos prácticos que concurren a nuestros Servicios para aprenderlas.
Dispersas en revistas y otras publicaciones, aparecen hoy actualizadas y reunidas en el presente manual, que será de gran utilidad.
RICARDO FINOCHIETTO 1953

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Roberto.Castro